Quítamelo todo, menos las galletas
Cuando tenemos por delante un proyecto que nos ilusiona, suelen aparecer dos cuestiones:
- El tiempo necesario para llevarlo a cabo
- Cuánto nos va a costar
Dos factores que, aún siendo habituales en nuestra vida cotidiana, se vuelven más guerreros en el entorno creativo, y aprovecharán cualquier atisbo de duda para que nos echemos para atrás con nuestra idea.
Si este no es tu caso, y has hecho ya los cálculos para abordar la grabación de un disco, organizar una gira o aprender a tocar un instrumento, hoy quiero hablarte de otro asunto que va a resultar crucial para llegar hasta el final. Un tema que no es tan concreto como las horas y los euros y que, como todo lo importante, requiere meditación:
- ¿A qué estás dispuesto a renunciar?
La respuesta puede que no sea sencilla y requiere honestidad y conocimiento de uno mismo. Si no eres sincero con tus prioridades antes de empezar, quizá cuando estés metido en el proyecto el tiempo empleado te parecerá cada vez más valioso, y el dinero menos rentable. En consecuencia, las posibilidades de abandonar la causa aumentarán.
Para verlo de forma práctica, imagina a qué tendrías que renunciar si te encontraras en alguno de los siguientes ejemplos :
¿Reservarías dos días a la semana SIN EXCEPCIÓN para ensayar con tu grupo?
¿Estarías dispuesto a tocar ante un público minoritario a cambio de hacer la música que más te gusta?
¿Renunciarías a la perfección de un disco grabado por pistas en favor de la espontaneidad (y los errores) de una grabación en directo?
Como verás, cada caso implicaría sacrificios que quizá no podrías asumir, lo que te permitirá conocer tus propios límites y tomar mejores decisiones. Si aún así no lo ves claro, haz como el héroe anónimo de la foto y dale la vuelta al concepto:
¿A qué NO estás dispuesto a renunciar?
![]() |
La foto es de Spencer Neumann |
Yo lo tengo clarísimo: me duele, pero estoy dispuesto a renunciar a las pesas por esas Oreo...
ResponderEliminar